Las APIs nos han dejado mudos.
Parte de
esa idea se la robé a un buen amigo de nombre René Figueroa. Él en un blog post
de hace unos años, describía como el internet y las apps móviles lo habían
dejado mudo.
Él lo
explicaba como parte de una experiencia que tuvo al viajar hacia San Francisco,
CA. Lo contaba mas o menos así:
1. Tomé un UBER para ir de mi casa al
Aeropuerto
2. Hice check-in durante el trayecto, a
través de la app móvil de la aerolínea
3. Al llegar a San Francisco, me pedí
otro UBER para ir a mi hotel
4. Durante el trayecto del aeropuerto
hacia el Hotel, hice check-in con la app del hotel.
5. Llegué al hotel y con el código que
me generó el check-in, me dieron las llaves de mi habitación
Él nos
decía: no tuve que platicar con nadie.
Ahora bien,
la idea no es resaltar que ya no hablamos con los demás. Que nos hemos vuelto
una sociedad limitada a convivir con el celular. ¡No! Esa no es la idea. La
idea que quiero transmitir es la siguiente:
Las APIs
nos permiten hacer todo eso, nos facilitan actividades de nuestra vida
cotidiana. Gracias a las APIs es que los usuarios han logrado comodidades que
antes era difícil alcanzarlas:
1. UBER. Pedir un auto en cualquier
lugar. En México, al menos, no importa en dónde lo pidas, si quieres que se
meta a tu garaje a recogerte, lo hace.
2. UBER eats. No solo te recogen, te
llevan a la comida =)
3. NETFLIX. En cualquier dispositivo,
disfruta de las series de TV favoritas. O ya ahora, de contenidos particulares
que ofrece la plataforma
4. Aplicaciones en las ciudades para
encontrar baños (esa la hizo mi amigo Isaac Ruiz, alias RUGI). De manera que “si
te anda del baño”, puedas usar tu app para ver en dónde está el baño mas
cercano
5. WAZE. Actualmente la gente le cree
mas a WAZE que a cualquier persona que dice conocer la ciudad (cualquier en el
mundo)
6. Twitter, Facebook, Linkedin.
Cualquiera de estas publican sus APIs, para que tú, a través alguna otra APP,
puedas hacer publicaciones al alcance de un click.
7. Aplicaciones móviles en general:
para revisar el tráfico de la ciudad; para levantar una denuncia; para comunicarte
con el City Manager
8. Los Gobiernos exponen sus APIs, para
que terceros se enchufen a ellas y el ciudadano pueda hacer trámites mas
cómodamente y no tener que hacer largas filas
9. Los establecimientos/restaurantes
consolidan sus programas de lealtad, para que puedas gozar de los beneficios de
ser un cliente de las grandes cadenas famosas como Burger King, Domino’s,
Italliani’s, etc. En México esto ya pasa. De manera que, si te compras un café
en Starbucks, eso te acumula puntos para que luego los uses en Burger King, por
ejemplo. ¿Cuándo había pasado esto antes?
Y mi décimo
ejemplo es probablemente mi favorito:
Que una
máquina te haga de comer como si fueras a un restaurante famoso. ¿Cómo? ¿Qué
está diciendo este loco ahora?
Sí, existe
algo de nombre Thermomix. Es un electrodoméstico que es capaz de cocinarte. Tú
solo le pones los ingredientes, y él hace la preparación para que el esfuerzo
sea mínimo para cocinar. Y no cosas simples, sino: Pozole, Albóndigas, Postres,
Pasteles, etc.
Esa cosa
parece que ya tiene la capacidad de conectarse a internet para consultar
recetas nuevas, ¿cómo creen que lo hace? A través de APIs.
Las APIs
están cambiando la forma en la que vivimos. Tal es el caso que se ha vuelto
parte de nuestro vocabulario cotidiano. No solo de los técnicos, si no del
común de la gente.
Hace no
mucho tiempo en un programa de radio, escuchaba la entrevista a una empresa que
estaba en el desarrollo de una aplicación móvil que valida si un policía de
tránsito es capaz de multarte mientras recorres las calles de la ordenada
ciudad de México.
Ella era de marketing, se presentó como la encargada del
marketing de la aplicación. Ella decía: “…en realidad estamos a nada de sacar
esta app, que le servirá al ciudadano de cuidarse que un policía lo multe,
cuando éste no tiene la facultad de hacerlo…” y continuó “…lo único que nos
falta es que la Policía nos publique una API/Web Service para consultar la base
de datos de los Policías de tránsito…”. Ella usó el término API/Web Service
como algo normal, como algo que el público en general debía entender o
reconocer.
Bien, pues
esto es una realidad, las APIs están cambiando nuestra forma de vivir, nuestra
forma de expresarnos. Están cambiando la exigencia de los usuarios para el uso
de la tecnología. Luego escucho a a mis amigos que mencionan mientras juegan
Nintendo o cosas así: “¿Por qué no podemos publicar esta parte en específico
del juego directamente en youtube?”.
Digamos que hay una exigencia. O bien niños de menos de 10 años que
exigen ver programas de netflix en el momento que quieren. O bien que les pones
la TV regular y les extraña que no puedan elegir la caricatura y programa que
desean ver en ese momento.
Nunca antes
en la historia de la tecnología, los programadores habían tenido al alcance
tantos activos para crear software nuevo. Las APIs están ahí, listas para
usarse. Los desarrolladores tienen sus manos llenas para poder crear
aplicaciones, software que cambie al mundo. Tienen al alcance de sus dedos el
poder de llegar a todo el mundo al construir algo, que una a diferentes APIs y
que le dé un beneficio al consumidor. Las apps móviles son masivas, no se
limitan a que sean usadas por una población en particular, pueden ser usadas de
manera global. Un joven de menos de 15 años puede estar programando algo desde
su casa, interactuando con diferentes APIs: de google, Facebook, twitter,
Netflix, etc y construyendo algo que al siguiente día pueda estar cambiando la
forma en la que vivimos. ¿No es algo fascinante?
Las APIs
han estado ahí desde el inicio de la programación, pero las Web APIs
simplemente han creado una nueva economía. Una economía que beneficia al
consumidor, al programador, al que las publica. No es una economía unilateral
en lo absoluto.
Hace un
año, en conjunto de un par de colegas, escribí este libro:
Al hacerlo
pensaba que este tema podía ser uno que estaría en la conversación por muchos
años en adelante, y parece que así será. Vivimos ya en un mundo de APIs, en una
economía de APIs.
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